Establecer un diálogo con una
obra de esta naturaleza no es solo entender lo que miramos sino también lo que
pensamos y algo más.
La estética de esta propuesta tiene
que ver con la asociación, relación e interpretación de estímulos internos y
externos que generan tensiones en lo compositivo y emocional a través de
ciertos códigos subversivos.
Intención y traslado al plano de imágenes donde se apela a una
sexualidad disociada cuyo lenguaje y significado es solo el placer de su propio
absoluto.
El artista se distancia de la
obra aspirando a un resultado impersonal pero `no lo es´ a la hora de
realizarla. La frialdad de esa distancia se traduce en atmósferas gélidas, asépticas,
que colisionan con algún indicio de color. Ese distanciamiento aparente hace
que la relación autor/receptor sea, por oposición, más intensa, colocando a éste último en lugar
de amante potencial.
Los rostros anónimos,
actitudes y gestos hieráticos, estáticos, recrean espacios de frío erotismo,
cuya ausencia de temporalidad y lectura ambigua trasciende las posibilidades
creativas; situaciones excitantes, sugerentes, lúdicas- perturbadoras pero
impasibles - revelan un universo desprovisto de inhibiciones y un eros
omnipresente planteado a través de la línea.
Rige en la propuesta una
ruptura de preconceptos y reivindica otras manifestaciones en el campo del arte
vulnerando los parámetros de una cultura establecida, naturalizando los hechos
y ampliando criterios.
Libertad, singularidad,
transgresión y provocación son algunas
de las claves de esta obra que intenta plasmar las situaciones no tanto como
son sino como se niegan a reconocer.
Comentario: Celeste Aymá. Licenciada en Bellas Artes Universidad Nacional de Rosario - Argentina.